Cada vez son más las personas con hígado graso (incluso niños), lo que hace sumamente interesante los resultados de este estudio, que comprobó lo que los nutricionistas ya sabíamos: el consumo excesivo de fructosa produce depósitos de grasa en el hígado y lo que es peor, también genera inflamación y altera la función de barrera intestinal (responsable de bloquear el paso de bacterias, toxinas y otras sustancias nocivas).
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La enfermedad de hígado graso no alcohólico (nombre correcto del “hígado graso”) ocurre por el efecto tóxico del exceso de grasa en el hígado, el cual es similar al producido por el exceso de alcohol.
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De no tratarse, esta enfermedad puede llevar a esteatohepatitis no alcohólica, cirrosis e incluso aumentar el riesgo de cáncer hepático. Sin embargo, también puede prevenirse y tratarse manteniendo un peso adecuado y un estilo de vida saludable con ingesta adecuada de carbohidratos simples y grasas.
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Es importante destacar que la ingesta excesiva de fructosa se alcanza principalmente cuando con frecuencia se consumen bebidas azucaradas (sodas, jugos, té frío, bebidas deportivas, etc), caramelos y postres que contienen jarabe de maíz alto en fructosa. La fructosa que consumimos naturalmente a través de una alimentación saludable que incluye 5 porciones diarias de frutas y vegetales, no representa riesgo para la salud.
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Referencia del estudio:
Todoric, J., Di Caro, G., Reibe, S. et al. Fructose stimulated de novo lipogenesis is promoted by inflammation. Nat Metab (2020). https://doi.org/10.1038/s42255-020-0261-2
