Sin lugar a dudas, la obesidad es uno de los principales factores de riesgo para el desarrollo de enfermedades no transmisibles (ENT) como son las enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus, cáncer, entre otras. Actualmente estas enfermedades afectan a todas las regiones y aunque anualmente ya matan a 38 millones de personas, se proyectó que a nivel global estas cifras aumentarán en un 15% entre el 2010 y 2020. Esta situación representa uno de los principales retos para el sistema de salud, por lo que se han desarrollado estrategias preventivas con la finalidad de reducir sus principales factores de riesgo, tales como el tabaquismo, la inactividad física, las dietas desequilibradas, la ingesta excesiva de alcohol, el sobrepeso/obesidad, entre otros. Sin embargo, en los últimos años se ha generado evidencia acerca de nuevos factores con importancia clínica entre los que destaca el sueño, cuya calidad y cantidad son capaces de predecir el desarrollo de diabetes tipo 2, obesidad y muerte por todas las causas.
Investigaciones han encontrado que el dormir menos de las 7 a 9 horas recomendadas por la Fundación Nacional del Sueño de Estados Unidos, se asocia con sobrepeso y obesidad, describiéndose incluso que adultos jóvenes que duermen 6 horas o menos, tienen 1,7 kg/m2 más de Índice de Masa Corporal (medida que asocia el peso con la talla de una persona). Lo que es incluso más llamativo es que se ha detectado que a menor cantidad de sueño, mayor es la circunferencia de cintura.
El efecto de la poca cantidad de sueño en el peso corporal y en la ganancia de grasa abdominal, ha sido explicado por varios mecanismos entre los que se encuentra, las alteraciones que provoca en las hormonas que regulan la sensación de hambre y saciedad, conocidas como leptina y grelina. Se ha encontrado que el sueño insuficiente genera aumento en el apetito y en la ingesta calórica.
El sueño también influye en la actividad de mediadores neuroendocrinos de las reacciones al estrés mediante la liberación de la hormona cortisol, cuyos niveles elevados se relacionan con mayor depósito de grasa en las regiones subcutáneas y viscerales del abdomen.
Como vemos, para mantener un adecuado estado nutricional y reducir el riesgo de ENT, es fundamental tener un estilo de vida saludable que incluya no solo alimentación saludable y actividad física, sino también adecuados hábitos de sueño tanto en cantidad como en calidad.